Por Lic. Arnaldo Calvo Buides
Criterios de amigos, y de hermano (Nibaldo) aparecieron
luego de publicar en mi face Ajedrecista Cubano la crónica ALGO NUEVO A VIVIR COMIENZA, cuyo protagonista es
José Veulens Castex, el viejo Veulens, quien en nuestros inicios en el ajedrez
fuese algo así como una suerte de entrenador para Nibaldo y para mí.
Aquí van otras líneas,
que revelan el gran corazón de esta sencilla persona.
Las risas llovían a cántaros, pero él estaba tan dentro de
su mundo, que ni cuenta se daba; o tal vez, ni caso hacía.
¨ Ese viejo está loco…¨, algunos exclamaban. ¨Ahora sí que
Veulens se ´tostó´ (volverse loco) más de lo que estaba…¨, decían quienes lo
conocían.
Transcurría el Período Especial, dura crisis económica que
golpeó a Cuba en la década del 90´, y Veulens se resistía a echar por tierra sus valores humanos que
bien arraigados los tenía.
Fue una etapa en la que la gente vendía de todo, como una
manera de subsistir. Y no es que en toda etapa no prolifere la venta, pero sin
dudas que entonces estuvo en creces.
Veulens no se quedó atrás, a él también se le veía en
cuestiones de ventas. Pero no precisamente para paliar su situación económica. No. Lo hacía para
ayudar a vender artículos y productos que alguna gente había decidido
desprenderse de los mismos. Pero lo llamativo de todo era que lo hacía sin interés a cambio. Pura generosidad en
persona.
Se montaba en su bici, se colgaba un cartel grande a su
espalda, el cual promocionaba la venta de un refrigerador, televisor…y a
desandar las calles del pueblo (Jagüey Grande, Matanzas- Cuba).
Al verlo, a la gente les causaba curiosidad, y no faltaban
las risas .Pensaban que estaba loco ¨Hay que ayudar al prójimo…¨, solía decir
con la mayor naturalidad del mundo al intercambiar con alguien durante su labor solidaria.
Pero durante el Período Especial eso no fue solo que lo hizo Veulens que
mereciera que lo valorase mucho más como persona.
Cierto día le dio la taranta de irse hacia la autopista, a
la salida del pueblo, a vender refrescos
y comestible, aprovechando que es un
lugar de mucha afluencia de
personas, al encontrarse allí un punto
de embarque o terminal, desde donde uno puede transportarse hacia distintos
lugares del país.
A veces uno tarda horas para abordar un bus o auto, sobre
todo quienes se dirigen a lugares
distantes, como era el caso de una mujer, quien con su bebé allí se encontraba,
llena de incertidumbres, en espera de un transporte que la llevase.
Veulens se condolió al verlos. Tanto que, sin pensarlo dos
veces, les dio de comer sin cobrarles ni un centavo. Para él era más importante
llenarles las barrigas a esas personas,
que tan apesadumbrada
estaban, que llevarse unos pesos a los
bolsillos.
Los sentimientos se impusieron. Linda lección de vida de
este gran hombre que sigue muy dentro de mí.
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