Tuesday, September 24, 2013

LECCIÓN DE VIDA

                                                                                          
Por Lic. Arnaldo Calvo Buides                               


Criterios de amigos, y de hermano (Nibaldo) aparecieron luego de publicar en mi face Ajedrecista Cubano  la crónica ALGO NUEVO A VIVIR COMIENZA, cuyo protagonista es José Veulens Castex, el viejo Veulens, quien en nuestros inicios en el ajedrez fuese algo así como una suerte de entrenador para Nibaldo y para mí.

Aquí van otras líneas,  que revelan el gran corazón de esta sencilla persona.

Las risas llovían a cántaros, pero él estaba tan dentro de su mundo, que ni cuenta se daba; o tal vez, ni caso hacía.

¨ Ese viejo está loco…¨, algunos exclamaban. ¨Ahora sí que Veulens se ´tostó´ (volverse loco) más de lo que estaba…¨, decían quienes lo conocían.

Transcurría el Período Especial, dura crisis económica que golpeó a Cuba en la década del 90´, y Veulens se resistía  a echar por tierra sus valores humanos que bien arraigados los tenía.

Fue una etapa en la que la gente vendía de todo, como una manera de subsistir. Y no es que en toda etapa no prolifere la venta, pero sin dudas que entonces estuvo en creces.

Veulens no se quedó atrás, a él también se le veía en cuestiones de ventas. Pero no precisamente para paliar  su situación económica. No. Lo hacía para ayudar a vender artículos y productos que alguna gente había decidido desprenderse de los mismos. Pero lo llamativo de todo era que lo hacía sin  interés a cambio. Pura generosidad en persona.

Se montaba en su bici, se colgaba un cartel grande a su espalda, el cual promocionaba la venta de un refrigerador, televisor…y a desandar las calles del pueblo (Jagüey Grande, Matanzas- Cuba).

Al verlo, a la gente les causaba curiosidad, y no faltaban las risas .Pensaban que estaba loco ¨Hay que ayudar al prójimo…¨, solía decir con la mayor naturalidad del mundo al intercambiar con  alguien durante su labor solidaria.

Pero durante el Período Especial  eso no fue solo que lo hizo Veulens que mereciera que lo valorase mucho más como persona.

Cierto día le dio la taranta de irse hacia la autopista, a la salida del pueblo,  a vender refrescos y comestible, aprovechando  que es un lugar  de mucha afluencia de personas,  al encontrarse allí un punto de embarque o terminal, desde donde uno puede transportarse hacia distintos lugares del país.

A veces uno tarda horas para abordar un bus o auto, sobre todo quienes se dirigen a  lugares distantes, como era el caso de una mujer, quien con su bebé allí se encontraba, llena de incertidumbres, en espera de un transporte que la llevase.

Veulens se condolió al verlos. Tanto que, sin pensarlo dos veces, les dio de comer sin cobrarles ni un centavo. Para él era más importante llenarles las barrigas a esas personas,  que tan  apesadumbrada estaban,  que llevarse unos pesos a los bolsillos.

Los sentimientos se impusieron. Linda lección de vida de este gran hombre que sigue muy dentro de mí.

 ¿Y usted ayuda al prójimo?

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