Tuesday, September 24, 2013

A BUENA CARA




Por Lic. Arnaldo Calvo Buides

Las apuestas atraen a mucha gente. Jugarse una cantidad determinada de dinero, o de cualquier otra cosa, ya sea por una pelea de perros, de gallos…, en fin, por lo que venga en ganas. De eso se trata.

El deporte, por su carácter competitivo, se presta mucho para ello. Por ejemplo, en Cuba llueven cuando comienzan los Play Off de la Serie Nacional de Béisbol, nuestro deporte insigne y por antonomasia con gran afición al mismo.

En el ajedrez también existen apostadores. Que ante el dilema de quién es mejor que quién dos personas se enrolen en un match de varias partidas, eso no es noticia. Por supuesto, el vencedor se lleva lo pactado.

Pero Papito, o El Ruso, como le llaman a Juan Manuel, oriundo de mi pueblo Jagüey Grande (provincia de Matanzas-Cuba), es un atípico apostador del juego ciencia.
Él siempre está al tanto de los últimos acontecimientos a nivel mundial. Y la polémica es inacabable si el cubano Leinier Domínguez se encuentra en la nómina del evento de turno.

Lo que pasa es que El Ruso es de los que se muestran un poco reticentes a predecir un buen resultado de Leinier en cuanta competencia grande participa. “No convence, hace muchas tablas”, “no gana”, esgrime criterios como estos. “Sí, pero no pierde…”, yo le decía para provocarlo. La porfía era interminable.

La cuestión es que casi siempre cuando él entra en fuerte debate con alguien que se contrapone a su opinión, no pierde chance en invitarlo a jugarse una determinada cantidad de cerveza…, “a buena cara”, recalca.

Cuando por primera vez lo escuché decirle esto a otro, realmente no entendí nada eso de “a buena cara”. Pero él se encargó de sacarme de mi duda, ya que a seguidas advirtió: “El que pierda compra seis cervezas y nos las tomamos juntos…, a buena cara”, volvió a recalcar.

Entonces fue que entendí. Se trata de que el ganador, en compañía del perdedor, se beba gratis una cantidad determinada de cerveza pagada por éste.

Durante la realización del súper torneo de Wijk aan Zee, en Holanda, hace pocos años atrás, en Jagüey Grande entablé algunas pláticas con El Ruso. Leinier siempre salió a relucir, pues era uno de los participantes. Él alcanzó una victoria, 11 tablas y una derrota, para computar 6 puntos y medio de 13 posibles. Tal desempeño lo ubicó en el noveno lugar.

Por esos días El Ruso se dio banquete cuestionando el resultado del cubano. “Hace muchas tablas”,”no gana…”, estaba a la orden del día en sus palabras.
Recuerdo que faltando cuatro rondas para culminar el torneo, Leinier aún iba invicto con una victoria y siete empates. Entonces, cuando me encontré con El Ruso, luego de una breve disquisición temática él juraba que nuestro paisano perdería al menos dos partidas.
Yo le aseguraba que no. Y él que sí. Ante tal dilema, pues,…”vamos a jugarnos dos cervezas…, a buena cara.” Llegó su ya esperada propuesta.

Yo no aposté. Lo pensé, pero no aposté, aunque algo me decía que Leinier no perdería dos partidas. Mi optimismo estaba dado porque desde que se encaramó en los 2700 de ELO se ha convertido en un trebejista muy difícil de derrotar en cuanto evento interviene.
Y, tal como presentía, no perdió dos partidas. Sólo una, con el prodigio noruego Magnus Carlsen. El resto concluyó tablas.

Cuando nuevamente vi a El Ruso, me comentó que a otros les hizo la misma apuesta que a mí. Pero ellos tampoco accedieron, y así, al igual que yo, perdieron la oportunidad de haberse bebido dos cervezas (gratis)… a buena cara.

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