Tuesday, July 29, 2014

ANDRÉS FERNANDO PALECHOR

                                                         HISTORIA DE MI VIDA                                    
Por Lic. Arnaldo Calvo Buides
                                                                                    

¨Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor,
 la electricidad y la energía atómica: la voluntad".
Albert Einstein


¨Cada persona vive historias que determina la clase de ser humano que va formándose hacia el futuro; y cada capítulo puede ser triste o feliz, pero de seguro interesante con el fin de llegar a un aprendizaje, así que esta es mi historia…¨

Así es como el colombiano Andrés Fernando Palechor inicia su HISTORIA DE MI VIDA, tal como tituló a la historia de su vida, historia que inspira, bella historia que muy gentilmente quiso compartir con nosotros:

¨Mi historia -que deseo guardarla por siempre- se remonta a mi niñez, en que como todo niño explora el mundo y trata de entender el por qué de algunas cosas. Casi toda mi vida traté de entender el por qué de niño me atormentaba tanto una pesadilla repetida vez tras vez y siempre despertaba angustiado tratando de recordar lo que soñé. Hoy día no puedo decir con certeza qué clase de sueño tenía, pues, me es confuso explicarlo con claridad; sin embargo, lo único que puedo resaltar es que en mi sueño me elevaba hacia el cielo, y desde lo alto veía un suelo ajedrezado, el cual se hacía cada vez más amplio.¨ 

Andrés padece de la enfermedad conocida como Distrofia Muscular de Becker, trastorno

hereditario ligado al cromosoma x. Está caracterizado principalmente por una debilidad en los músculos proximales de los miembros inferiores.
  
En sus años de colegio, durante las llamadas Semana Cultural solía apoyar a los equipos de su salón de clases de microfútbol, baloncesto y voleibol. Dice que quiso participar en alguna actividad deportiva (microfútbol) en la que pudiera aportar un logro más para su curso, además de sentir el bienestar al recibir una medalla por su abnegación, pero siempre recibía un “NO” de sus compañeros, ¨siempre me recordaban que lo hacían por mi seguridad física, y aunque entendía sus respuestas…, la verdad me disgustaba mucho esa situación.¨

Cierta vez, mientras cursaba octavo grado, se dirigía para la casa luego de que el equipo de microfútbol rama masculina ganara la final y antes de salir de la instalación deportiva divisó con asombro a dos jóvenes sentados frente a frente ante una mesa y un tablero de ajedrez.

¨Movían unas piezas y aunque sabía qué era un ajedrez, no sabía cómo se jugaba. En ese momento me acerqué y traté de memorizar los movimientos de cada pieza; lo chistoso fue que asentaba con mi cabeza cada jugada –ya fuera mala o buena jugada- aparentando que conocía el juego y entendía lo que sucedía. Los espectadores hacían comentarios en voz baja; así que pregunté por qué tanta expectativa, sí, era una final más. Desde ese preciso momento entendí el juego ciencia, había aprendido cuáles eran los movimientos de cada pieza con solo verlos jugar, por lo que puedo decir que aprendí solo. 

¨De ahí en adelante me enamoré como loco del ajedrez; vivía, desayunaba, almorzaba, comía, dormía y soñaba con el Ajedrez. Tanto fue ese amor que mi mejor amiga me decía que el ajedrez era mi amiga, novia y esposa.

¨El camino que emprendería en el ajedrez iba a ser difícil, y más aún al saber que un compañero ostentaba la osadía de obtener el título en cuatro ocasiones consecutivas; era el mejor y yo lo admiraba mucho. Pero eso no impidió que me esforzara por aprender más y más, así que él me enseñó cómo se lee y escribe una partida de ajedrez, y yo por mi cuenta arrancaba fielmente una hoja de la revista cromos que contenían partidas y comentarios sobre actuaciones de grandes maestros mundiales. Sí, buscaba esas secciones, las arrancaba y las estudiaba con esmero.¨

Cuenta que al siguiente año lectivo se decide e incursiona en ajedrez representando a su salón. Su primera partida le tocó enfrentar al subcampeón del año pasado y ¨sin jugar me sentía ya perdido, pero para mi sorpresa gané la partida y gané confianza, y  junto con gran entrenamiento igualé el número de torneos de mi compañero y también ostenté el título de campeón de ajedrez en cuatro ocasiones consecutivas.

¨Buscaba con frecuencia a personas que jugaran más que yo y hasta no superar su nivel no dejaba de jugar con cada uno de ellos. Participé en torneos y gané el primer lugar en uno realizado en la Comuna 15. Sí, ahora campeón de la Comuna 15. De ahí en adelante averiguaba en qué torneos podría participar.¨

A sus 33 años Andrés atesora otros gratos resultados como ajedrecista aficionado, cita su cuarto peldaño en el torneo de la Comuna 15 del año siguiente, así como el título y subtítulo en certámenes para personas con discapacidad realizados en Cali.

¨Recuerdo un torneo en el que no clasifiqué a la siguiente ronda, de 5 puntos se clasificaba con 3 y medio y yo solo adquirí 3. En la partida decisiva me enfrenté a un joven y con desventaja material me defendí como pude, le propuse empate y no aceptó; pero le compliqué la victoria hasta el final. Cuando honestamente me di por vencido, su padre o entrenador lo gritó inmediatamente, lo regañó y le reprochó su mal juego en vista de que él era de la Liga de Ajedrez y yo solo un aficionado.

 ¨Me estrechó su mano y felicitó muy entusiasmado por la manera en que jugué. Yo quedé impactado y contento a la vez, porque sabía que todo lo que hacía por el ajedrez no era en vano, a pesar de que entrenaba y aprendía solo.

¨Sigo actualmente practicándolo y enseñándolo a cualquier persona que lo desee, lo que más me interesa es que puedan no solo aprender o adquirir dicho conocimiento, sino a amar ese deporte como lo hice yo, que se apasionen por lo que aprenden, pues solo si tienen amor pueden lograr muchas cosas, por eso aprendí muchas cosas que aplico en mi vida diaria.

¨Hoy día concluyo que tal vez aquella pesadilla que odiaba tanto era una muestra de lo que en el futuro amaría... que en vez de hacerme sentir angustias me haría sentir alegrías que he compartido con mi familia y amigos. Colecciono cuantos ajedreces caen en mis manos, y tengo mucha información sobre ajedrez, ya sean libros, revistas, impresiones, etc.

¨Aprendí que la vida es como el ajedrez: se toman riesgos y en muchas ocasiones hay que sacrificar para lograr cosas mejores, hay que estar evitando muchos jaques para que no den jaque mate a tus sueños, propósitos o metas que te proyectes en la vida. Hay que luchar y seguir luchando para encontrar lo mejor en nuestras decisiones, tal como se encuentra una mejor jugada en el ajedrez.¨

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