Tuesday, December 31, 2013

AQUELLA LECCIÓN DE VARANI


Foto: AQUELLA LECCIÓN DE VARANI
Por Lic. Arnaldo Calvo Buides

A Michelle Melanie no la conocía. Desde hacía unas dos semanas atrás formaba parte de mis alumnos del club de ajedrez CEPA, de Viña del Mar, pero no la conocía. Y es que se encontraba enferma, por eso no había podido asistir antes a clase.
El domingo pasado asistió por vez primera. Tiene talento, sin dudas, al igual que el resto de sus compañeros. Y para mi mayor satisfacción, es zurda. Nunca antes había tenido una atleta zurda. Eso me contenta, pues estoy sumido en una  profunda investigación sobre las potencialidades de los zurdos para el juego ciencia.
Bueno, como les contaba, Michelle se había ausentado antes de los entrenamientos por problemas de salud. Por ello, en cuanto la vi, lo primero que hice fue preguntarle qué tal seguía, cómo se sentía. Me preocupé por ella, eso.
¨Es bueno, que ya estés bien de salud. Para jugar ajedrez, para ponerle toda nuestra energía al ajedrez, hay que sentirse bien de salud, con fuerza…´,  algo así le dije a modo de estímulo.
El profesor debe preocuparse por sus alumnos. Ocuparse de sus alumnos. Ser responsable. Si están enfermos, si tienen algún problema en la casa, en la escuela…el profesor debe preocuparse y ocuparse in situ. Le toca de plantilla, como dirían. Pero más que eso, le debe nacer, no hacerlo por una mera cuestión de cumplir y ya, como si se tratase de una fábrica de  zapatos en el que se trazan cumplir un plan determinado.
Existen entrenadores que solo se interesan por el resultado del atleta, y está ajeno a cualquier situación que lo pueda estar agobiando en su formación, ya sea deportiva o personal.
Cuando  muchacho, mi hermano Nibaldo y yo incursionamos en la lucha libre. En verdad  pasamos por una retahíla de deportes: judo, pelota, voleibol, boxeo…pero específicamente de la disciplina de lucha recibimos una lección que jamás la olvido.
Cierta vez, ahora no recuerdo si fue mi hermano o yo, pero uno de los dos estábamos enfermos en la casa, por lo que no pudimos ir a los entrenamientos. Entonces el entrenador, de apellido Varani, enterado del asunto, de inmediato se apareció en la casa junto a todos los niños. Tamaña sorpresa, recuerdo que mi difunta mamá quedó sorprendida por tal actitud. Y hasta juraría que Varani llevó un caldo o sopa para que el enfermo se repusiera.
Y no es que Nibaldo o yo fuésemos grandes talentos de la lucha libre y que por eso Varani se interesó de manera particular. De eso no se trata. Sino que el entrenador, amén del nivel de tal o más cual atleta, debe abrir su corazón a todos, cual si fuesen sus propios hijos. En este punto no caben distinciones. Aquella lección de Varani jamás la olvido.
Por Lic. Arnaldo Calvo Buides
A Michelle Melanie no la conocía. Desde hacía unas dos semanas atrás formaba parte de mis alumnos del club de ajedrez CEPA, de Viña del Mar, pero no la conocía. Y es que se encontraba enferma, por eso no había podido asistir antes a clase.
El domingo pasado asistió por vez primera. Tiene talento, sin dudas, al igual que el resto de sus compañeros. Y para mi mayor satisfacción, es zurda. Nunca antes había tenido una atleta zurda. Eso me contenta, pues estoy sumido en una profunda investigación sobre las potencialidades de los zurdos para el juego ciencia.
Bueno, como les contaba, Michelle se había ausentado antes de los entrenamientos por problemas de salud. Por ello, en cuanto la vi, lo primero que hice fue preguntarle qué tal seguía, cómo se sentía. Me preocupé por ella, eso.
¨Es bueno, que ya estés bien de salud. Para jugar ajedrez, para ponerle toda nuestra energía al ajedrez, hay que sentirse bien de salud, con fuerza…´, algo así le dije a modo de estímulo.
El profesor debe preocuparse por sus alumnos. Ocuparse de sus alumnos. Ser responsable. Si están enfermos, si tienen algún problema en la casa, en la escuela…el profesor debe preocuparse y ocuparse in situ. Le toca de plantilla, como dirían. Pero más que eso, le debe nacer, no hacerlo por una mera cuestión de cumplir y ya, como si se tratase de una fábrica de zapatos en el que se trazan cumplir un plan determinado.
Existen entrenadores que solo se interesan por el resultado del atleta, y está ajeno a cualquier situación que lo pueda estar agobiando en su formación, ya sea deportiva o personal.
Cuando muchacho, mi hermano Nibaldo y yo incursionamos en la lucha libre. En verdad pasamos por una retahíla de deportes: judo, pelota, voleibol, boxeo…pero específicamente de la disciplina de lucha recibimos una lección que jamás la olvido.
Cierta vez, ahora no recuerdo si fue mi hermano o yo, pero uno de los dos estábamos enfermos en la casa, por lo que no pudimos ir a los entrenamientos. Entonces el entrenador, de apellido Varani, enterado del asunto, de inmediato se apareció en la casa junto a todos los niños. Tamaña sorpresa, recuerdo que mi difunta mamá quedó sorprendida por tal actitud. Y hasta juraría que Varani llevó un caldo o sopa para que el enfermo se repusiera.
Y no es que Nibaldo o yo fuésemos grandes talentos de la lucha libre y que por eso Varani se interesó de manera particular. De eso no se trata. Sino que el entrenador, amén del nivel de tal o más cual atleta, debe abrir su corazón a todos, cual si fuesen sus propios hijos. En este punto no caben distinciones. Aquella lección de Varani jamás la olvido.

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