Saturday, June 20, 2015

CUAL MUJER DEL CÉSAR


 Por Lic. Arnaldo Calvo Buides
Excelente árbitro de ajedrez, de categoría internacional. Ha viajado a no sé cuántos países para impartir justicia, incluyendo Olimpiadas Mundiales..., según decía a los presentes (ajedrecistas, entrenadores y padres) antes del comienzo de un torneo infantil.
Precisamente, aquel día estaba ahí para eso, para impartir justicia. Se dirigía a todos desde el centro del amplio salón, mientras lo escuchábamos atentos; y yo, también atento, escudriñaba en la vestimenta de aquella personalidad del ajedrez.
Fue inevitable. Un chaleco demasiado mugriento llevaba puesto, el cual contrastaba enormemente con su disertación de afamado árbitro de categoría internacional.
En muchísimas ocasiones se ha comentado que el ajedrecista que se respete no debe descuidar su vestimenta. Y no se trata de exhibir un traje de cientos de dólares, lo último en la moda…, simplemente, cuidar su porte y aspecto, solo eso. El árbitro también. El árbitro no solo debe serlo, sino parecerlo, parafraseando aquella famosa frase en latín Mulier Caesaris non fit suspecta etiam suspicione vacare debet (La mujer del César no solo ha de ser honrada, sino parecerlo).
Este árbitro me hizo recordar la etapa en que me desempeñaba como Corresponsal Voluntario deportivo (periodista deportivo) en mi natal provincia Matanzas (Cuba), donde tuve un colega muy productivo cuando ir tras las noticias se trataba. Cada año merecía algún premio o mención en los concursos provinciales; pero era todo un fenómeno con su vestimenta: andaba mal vestido, sucio, un desastre.
Tal cual se presentaba a las instituciones, organismos y cuantos lugares fuese en busca de información. Y claro, inevitablemente, al verlo con esa facha imposible que no lo desacreditaran, que no surgieran desfavorables comentarios, las burlas…




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