Por Lic. Arnaldo Calvo Buides
No tengo dudas de que mediante el ajedrez se refleja la personalidad del ser humano, de ahí lo aconsejable de que el repertorio de aperturas del ajedrecista esté en concomitancia con su carácter.
Quien sea hiperactivo, incansable…es poco probable que se sienta a gusto jugando líneas tranquilas, sólidas. En cambio, si se le incorpora variantes activas las cosas serían muy distintas. Y no quito que jugando sistemas sólidos llegue a destacarse, pero adoptando variantes activas, en correspondencia con su personalidad, apuesto a que le iría mucho mejor.
En relación con este tema, desde hace unos días me anda rondando la siguiente inquietud. Tal vez sea algo loca, pero inquietud al fin:
Si a un ajedrecista en formación, cuya personalidad es extremadamente apasible, tranquilo…yendo en contra de toda objetividad, en vez de incorporarle en su repertorio líneas ¨tranquilas¨ de acuerdo a su temperamento, le incluimos otras extremadamente activas, incluidos azarosos gambitos. ¿Al paso del tiempo su personalidad pudiera sufrir cambios?
Me queda claro que mediante el ajedrez se manifiesta la personalidad de cada cual, por lo que ahora presento el fenómeno a la inversa. ¿El estilo que adoptemos en el ajedrez sería capaz de influir en nuestra personalidad?
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