Por Lic. Arnaldo Calvo
Buides
De los profesores que tuve a principios
de los 90`en el Pre Universitario Máximo Santiago Haza, en mi natal
Jagüey Grande (Matanzas, Cuba), recuerdo mucho a uno de apellido Cué,
quien a mi hermano Nibaldo y a mí nos impartió la asignatura de Física.
Y sobre todo lo recuerdo por un método
muy antiguo que aplicaba cuando un alumno no realizaba la tarea orientada la
clase anterior: le mandaba a repetir 100, 200, 300 veces lo no hecho, a
entregar en el próximo turno de clase.
Hacer copia, así es como popularmente se
conoce este método (¿anti pedagógico?), tan antiguo como Matusalén, del cual
Nibaldo y yo no salimos ileso ante el profesor Cué.
¨Ah!, ¿no hiciste la tarea?... ¡200
copias!... ¿tampoco la hiciste?... ¡300 copias!…¨, así, de manera enérgica y
muy peculiar se le escuchaba una y otra vez mientras de mesa en mesa revisaba
la tarea orientada la clase anterior.
Años después, Cué reencarnó en mí.
Mientras impartía la asignatura de ajedrez en la escuela primaria Juan Lefont,
de vez en vez apelé al añejo método con algunos alumnos que incumplían con mis
tareas encomendadas. Y, ciertamente, surtía efectos, a quien le recetaba la
dosis en una ocasión, evitaba convertirse en adicto.
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