Tuesday, December 31, 2013

ODLABIN



Foto Foto
 Por Lic. Arnaldo Calvo Buides

Francisquito, así todos conocían a quien fuese el profesor de ajedrez durante los estudios universitarios en La Habana de mi hermano Nibaldo y yo, allá en los finales de los 90´.
Delgado él, de unos 50 años, no pocos lo tildaban de loco, por su forma tan resuelta de comportarse. Y es que se notaba medio alocado, de mirada inquieta, vivaz, y de hablar algo atropellado…
Nibaldo (en la foto) y yo hicimos buenas migas con él. A tal punto, que hasta algunas veces nos invitó a su casa, muy cerca de la Universidad, donde pudimos conocer a su mamá, algo anciana y enferma.
En una de esas visitas, mediante algunas revistas especializadas de ajedrez nos mostró artículos periodísticos, incluidas fotos, que daban fe del gran talento que poseía para el juego ciencia, siendo apenas un muchacho de unos 15 o 16 años. Pero, al parecer, se eclipsó con el tiempo, pues no llegó tan lejos a como se le presagiaba.
Entre nosotros se creó una gran complicidad. Cada vez que nos veía plantear un sistema contra la defensa Siciliana, heredado del Maestro Internacional Néstor Vélez, otrora profesor de ajedrez en el propio recinto, solía expresar que era un cofre. Era su manera de decir que lo planteado resultaba harto interesante e inexpugnable.
Francisquito vivía solo con su mamá, quien estaba enferma, como ya dije. Por ello, alguna que otra vez se vio impedido de asistir al trabajo. Pero, tanto va el cántaro a la fuente…, que la administración decidió valorar su situación, para imponerle una medida disciplinaria. Para que se tenga idea, se hablaba de una posible separación definitiva del puesto de trabajo.
Nibaldo, enterado del asunto, quiso mostrarse altruista con el profesor y se le ocurrió una genial idea: Le dirigió una carta al mismísimo decano de la Universidad, exponiendo una serie de argumentos en torno a la necesaria permanencia de Francisquito en el centro laboral.
¨Que es un buen profesor…, que hay que comprender que atraviesa por una situación con su mamá, anciana y enferma…¨en fin, expresó todo lo suficiente como para endulzarle el corazón a la persona más ácida que pudiese existir sobre la tierra.
Pero si original fue la idea de la carta, más lo fue la firma de ésta: ODLABIN (Nibaldo al revés).
Por suerte, luego de algunos días de espera, Francisquito no fue depuesto y continuó como profesor de ajedrez en la Universidad. De hecho, en el 2012 estuve en La Habana y pasé por el área de ajedrez, para ver si por casualidad aún se mantenía allí.
Estaba cerrada. Pero pregunté a unos compañeros que allí trabajan y me aseguraron que sí, que aún sigue al frente del ajedrez. ¡Lástima que no pudimos vernos! Imagínate, tanto tiempo…
Hasta cierto punto no sé cuánto pudo haber ayudado esa carta que mi hermano, omitiendo su verdadera identidad, remitió al decano, pero sin dudas que el hecho denota mucha sensibilidad por quien se había convertido en más que un simple profesor, en nuestro amigo.
Creo que Nibaldo jamás le contó a Francisquito lo que hizo por él. Tal vez no lo vio necesario, en tanto me lo vino a contar a mí tiempo después.
Menos mal que, a diferencia respecto a Francisquito, no se lo reservó y me lo contó, de lo contrario no hubiera podido compartir con ustedes esta sui géneris muestra de altruismo de ODLABIN.

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