MÁS SOBRE EL RÉCORD MUNDIAL DE SIMULTÁNEA A LA CIEGA
En días recientes me hice eco en este espacio sobre el récord mundial de simultáneas a la ciega impuesta por el gran maestro uzbeco Timur Gareyev (2619), quien enfrentó a 48 oponentes en la Universidad de Nevada, en Las Vegas, Estados Unidos, con saldo de 35 victorias, 7 tablas y 6 derrotas ((un 80,2% de la puntuación posible).
El anterior recordista era el MF alemán MarcLang,
quien en diciembre de 2011 enfrentó a 46 rivales, para superar el récord
anterior que pertenecía al argentino Miguel Najdorf (45 tableros). Marc
necesitó 21 horas para ganar 19 partidas, entablar 25 y perder solo dos, frente
a fuertes jugadores de club.
“Utilizo técnicas similares a las de los grandes
campeones en competiciones de memoria, como la llamada ‘palacio de memoria’; se
trata de asociar jugadas con imágenes, que son más fáciles de recordar, situando
cada partida en la habitación de un palacio”, expresó Garéyev.
El nuevo
recordista durante la proeza pedaleó en una bici estática “para generar
energía”. Jugó la mitad de las partidas con las piezas negras, porque dice que
así memoriza mejor. La fuerza media de sus rivales fue de 1.700 puntos Elo
(aficionados de nivel medio-bajo).
Se ha especializado desde hace años en las simultáneas
a ciegas. En 2013 se enfrentó a 33 tableros, y hace unos meses a 35. Otra de
sus técnicas consistió en hablar con sus rivales la noche anterior para
memorizar sus voces y asociarlas con cada tablero (cada jugador cantaba sus
movimientos en la notación algebraica del ajedrez).
A juzgar por los testimonios de otros ajedrecistas que
han protagonizado grandes hazañas a ciegas, es muy probable que el cerebro de
Garéyev no vuelva a funcionar con su máxima potencia hasta dentro de varios
meses. Por esa razón, los entrenadores soviéticos -al igual que ahora los
rusos- prohíben a sus pupilos que hagan ese tipo de exhibiciones.
Otra cosa es
jugar menos de seis partidas a ciegas, que puede ser un entrenamiento positivo.
En realidad, todo ajedrecista juega a ciegas en cierto modo en cada partida,
porque la posición que le interesa evaluar no es la que ven sus ojos en el
tablero, sino la que visualiza en la mente cuando calcula variantes.
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